Gestionar la incertidumbre.

La mayor parte de nosotros queremos vivir en el mundo de la certeza, donde todo está controlado. Nos da pánico la incertidumbre, el no saber qué será de nuestro futuro, qué será de una relación, que será de nuestros hijos, qué será de nuestro trabajo…

48345262 s - Vivir en la incertidumbreDe pequeñitos de alguna manera nos marcaron un camino de cómo vivir la vida: ir al cole, a la Universidad, conseguir un trabajo, casarse, tener hijos… Parecía el guión se tuviera que hacer realidad como en las películas de Walt Disney, y sin embargo con los años te das cuenta que la vida es mucho más loca que todo esto. Y esas certezas de lo que tendría que ser se van disipando.

Porque la verdad es que no hay nada más ilusorio que las certezas. Jugamos a ser adivinos porque eso nos proporciona una seguridad, pero es una falsa seguridad. Queremos creer que lo que es cierto hoy, seguirá siendo cierto siempre, porque nos interesa, no porque sea real. Y que al final los cuentos tienen un final feliz, que el príncipe se casa con las princesa y son felices para toda la vida.

En cierta manera esto nos es útil, porque nos ayuda a simplificar nuestra vida. Muchas de las tareas que realizamos a diario son el resultado de la repetición durante mucho tiempo, de manera que las automatizamos y sabemos (o creemos saber) que seguirán funcionando siempre así. Si tocamos el interruptor de la luz, la bombilla se encenderá…pero, ¿siempre? Porque llegará un día en que la bombilla se funda, y entonces tenemos que cambiarla. Así que esta habilidad de proyectar en el futuro nos es útil hasta pero solo hasta cierto punto.

Y al mismo tiempo esta forma de funcionar también nos puede causar algunos problemas. Porque si no nos va muy bien hoy y establecemos una continuidad entre lo que nos está pasando y lo que vendrá podemos caer en la desesperación. Y como decía antes, no es nada realista pensar que lo que hoy es cierto mañana lo será.

Y es que el mundo está en movimiento, todo cambia y nada es inmutable. Las bombillas se funden, los zapatos se gastan, los amigos se van, las parejas se rompen, la gente muere… ¿Y cómo hacer frente a esta incertidumbre? Hay quien busca en el control la salvación ante este no saber. Pero el control hace que dejemos de vivir y todos nuestros esfuerzos sean en vano, porque la vida seguirá su curso. Y es más, al despertar y ser conscientes de que no podemos tener el control de la vida, esto nos causará mucho dolor.

50156822 s - Vivir en la incertidumbre¿Y qué te parece si cambiamos las tornas? ¿Qué te parece si convertimos esta incertidumbre en algo divertido? ¿Qué te parece si dejamos de controlar y disfrutamos con lo que tenemos aquí y ahora? Eso sí que es real. Y al mismo tiempo que cambiamos la mirada, colocamos todo los elementos de nuestra vida para hacerla más agradable: cuidamos de nuestros amigos, disfrutamos con nuestra pareja, bailamos con nuestros zapatos…Y el día que los zapatos se rompan, ¿qué te parece si los miramos con cariño sabiendo que nos han proporcionado ratos estupendos? Y el día en que un amigo se aleje o rompamos con nuestra pareja, ¿qué tal si le damos las gracias por todo lo que hemos vivido con él o con ella?

Si convertimos la incertidumbre en una campo lleno de posibilidades maravillosas en vez de imaginarnos miles de opciones funestas, nuestra vida se llenará de vida, y se convertirá en una aventura donde cada instante estará lleno de oportunidades para aprender y disfrutar.

Porque cuando hablo de dejar de controlar, hablo de involucrarme más en la vida, hablo de vivirla con más intensidad disfrutando de lo que tenemos hoy y que no sabemos si lo tendremos mañana, hablo de comprometernos con los amigos, el trabajo, los hijos, la pareja… y vivir sabiendo que pase como pase tendremos una oportunidad de crecer.

Así que te invito a que veas la incertidumbre como una oportunidad de experimentar y conocerte a ti mismo. ¿Te atreves?

 

«Se mide la inteligencia del individuo por la cantidad de incertidumbres que es capaz de soportar.»

Immanuel Kant

Convivir con las redes sociales

¿Cuánta gente no está conectada a Facebook, Twitter o Instagram? Son rara avis los que se resisten a no pertenecer a alguna de estas redes sociales. Y sin embargo, cada día crece más el sentimiento de soledad, de estar desconectados del mundo y de nosotros mismos.

En la sociedad de la inmediatez, los amigos se hacen a golpe de clic. ¿Cuántos amigos tienes en tu Facebook? Pues yo más, solo es cuestión de un par de clics. Y la cuestión profunda de la relación se ha dejado a un lado. Requiere tiempo eso de sentarse frente a un amigo, con un café de por medio (o una cerveza, que también vale), y hablar de uno mismo, de cómo te sientes, de lo que te preocupa…o simplemente compartir un rato de risas. Requiere tiempo, un bien aparentemente escaso en esta sociedad en la que vamos corriendo a todos los sitios. Hay que hacer mil cosas importantes.

almudenadeandres redes sociales - Redes sociales, el espejismo de la conexión

Compartir con un amigo (o con tu pareja) requiere intimidad, eso que da tanto miedo y que muchas veces evitamos. Eso que, como un buen guiso, requiere tiempo. No es posible fraguar una amistad profunda a golpe de clic. Una amistad, de esas de verdad, necesita de momentos compartidos, de mirarse a lo ojos, de abrazos, de reír juntos, de llorar juntos… De mostrar la vulnerabilidad de cada uno y aceptar la grandeza de nuestras limitaciones y las limitaciones del otro; siempre con una mirada de Amor y comprensión. Y eso no se hace a golpe de clic.

En un mundo donde las “redes sociales” nos acompañan las veinticuatro horas del día, es en estos momentos donde la soledad más profunda impera en el corazón de la gente. Esperamos los “likes” en nuestras publicaciones como tabla de salvación frente a esa soledad, sin darnos cuenta de que eso es solo un espejismo y que cada clic nos hace estar más separados de nosotros mismos.

Cada uno de esos “likes” hace que nuestros niveles de dopamina, oxitocina… y demás hormonas se disparan. Sin embargo, cada uno de esos “likes”, no proporcionan experiencias significativas de conexión, y después del “subidón” volvemos al punto de partida; y de nuevo publicamos y volvemos a esperar “likes”. Y esto no es muy diferente al yonky que espera cada día su droga. Nos hemos convertidos en yonkis de los “Me gusta”.

Esto no quiere decir que estas redes sociales no aporten un valor. Las redes sociales nos permiten compartir gran cantidad de información, compartir nuestro trabajo, nuestras inquietudes,recuperar amistades perdidas o estar en contacto con gente que vive lejos. Pero esto no es a lo que me refiero cuando hablo de las redes sociales. Me refiero a que las hemos convertido en un sustituto, en un mal sustituto de las relaciones reales y que sirven de tapadera a un gran vacío existencial.

Esto nos está llevando a mantener relaciones superficiales, como las que podemos hacer a través de estas “redes sociales”, relaciones que no pueden llenar nuestra experiencia humana. Porque somos mucho más que un “Like”.

Hace un año, me robaron el móvil, y estuve cuatro días sin “conexión”; y fue toda una experiencia. Al principio, debo confesar que hasta lo pasé mal, pero al segundo día me sentía más ligera, con menos cosas en la cabeza…menos ruido. Y como decía antes, no es cuestión de demonizar a las redes sociales, más bien consiste en saber utilizarlas para lo que son y no como sustitutos de las personas. Que en mi cuenta tenga mil llamados “amigos”, no quiere decir que con todos ellos establezca una relación de amistad, si me creo esto, entonces empiezo a tener problemas…

¿Cuántos problemas de depresión y soledad se solucionarían si dejamos el móvil a un lado y buscamos encuentros reales con las personas? ¿Si la mitad del tiempo que invertimos en dar a “Likes” lo dedicamos a compartirlo con personas reales de carne y hueso?

Así que te invito a dedicarle más tiempo a las personas reales y construir a fuego lento relaciones significativas. Porque, sabes… hay vida más allá de las “redes sociales”.