Hace muchos años un amigo me habló de “La ley del viajero”. Yo me iba a ir de Erasmus y como hasta el último momento pensé que no iba a tener que ir, no había localizado ningún alojamiento donde quedarme. Mi amigo me dijo: “No, te preocupes, seguro que hay alguien que te ayudará y no vas a tener ningún problema. Cuando uno se va de viaje siempre encuentra a otro viajero que le ayuda. Tú a cambio solo debes hacer lo mismo cuando te encuentres con alguien que está viajando. Confía y ya me contarás que todo te ha ido muy bien». En aquel momento, no le presté mucha atención, ya tenía yo bastante lío con hacer la maleta y no dejarme nada.

1008778Así que al día siguiente me presenté en Barajas, cogí mi avión, aterricé en Heathrow y desde allí logré coger un autobús que me llevó hasta Bath. Cuando me bajé del autobús aparecieron dos chicos chinos que me ayudaron con la maleta (en un principio pensé que me la iban a robar…), y me acompañaron hasta la oficina de acomodación de la Universidad para ver si conseguía una habitación en algún sitio. Allí me dijeron que no podían ayudarme…(ya me veía en la calle). Pero antes de darme por vencida, fui hasta la facultad, y nada más entrar le pregunté al primero que ví si sabía dónde estaba la secretaría responsable de los Erasmus porque no sabía donde iba a dormir… Aquel hombre, que luego supe que era un obrero que estaba arreglando los baños, me acompañó hasta la secretaría y allí una señora muy amable me consiguió una habitación para unos días en una de las residencias de la universidad.

Ahora tenía dos días de margen para conseguir un alojamiento a largo plazo. Y entonces apareció el amigo de una amiga, que primero me llevó de fiesta, después me invitó a comer con su familia y después se pasó todo el día llamando a todos los anuncios de periódico hasta que el lunes, ya en tiempo de descuento de mi tiempo en la residencia, encontró a los mejores compañeros de piso que nunca pude tener. Y este chico no me conocía de nada…

 1031026Así que no me quedó más remedio que darle la razón a mi amigo. La ley del viajero funciona, solo hace falta confiar. Confiar en que todo saldrá como tiene que salir, es decir bien. Siempre aparecerá algo o alguien que te acompañará y te ayudará a superar los retos que nos presente la vida. E incluso cuando lo que nos sucede nos nos hace mucha gracia, es como tiene que ser.

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Entre mis amigos se encuentran un director de cortometrajes, un director de teatro, y un par de actrices y actores, pero sin lugar a dudas el director de las producciones más espectaculares que conozco es nuestra mente. O por lo menos la mía es capaz de montarse grandes superproducciones con pocos recursos y además capaz de contratar a los actores sin que ellos sepan nada de nada, lo cual es digno de admiración.

122952Sí, mi mente es un gran directora, pero tiene un problema, es muy aficionada a los dramas. De hecho es su especialidad. Y esto tiene sus consecuencias, porque una vez montada la película la pone y la repone hasta que consigo hacerla mía (y los actores sin enterarse de nada), con las consecuencias que esto tiene.

 

Tal vez esto te ha podido pasar también a ti. Por ejemplo, alguien te dice que te va a llamar por teléfono y luego no lo hace. Entonces tu mente comienza la super-producción: ¿por qué no me ha llamado? ¿Qué estará haciendo? ¡Qué falta de respeto! Seguro que se ha ido con sus amigotes y ni se acuerda de mi… Y así el guión completo, efectos especiales incluidos y el otro actor sin enterarse de nada. Así que cuando la otra persona te llama, tu ya tienes toda la artillería preparada para la guerra, mientras la otra persona intenta sin éxito explicar que no te ha llamado porque se quedó sin batería…

 Conclusión: la superproducción no ha servido de nada… O sí… En realidad lo que conseguimos es aplacar la adicción de nuestro cuerpo. Sí, he dicho de nuestro cuerpo, porque lo que hacemos al montarnos la película es que nuestra amígdala comience a segregar neuropéptidos, nuestra adrenalina suba, la presión arterial y el ritmo cardiaco aumenten, de manera que estemos preparados para el ataque. Y con el tiempo nos volvemos adictos a todas estas sustancias. Y como buenos adictos tratamos de conseguir acabar con el mono de la manera más eficaz posible, esto es, creando grandes fantasías y dramas imaginarios todos los días, que pueden llegar afectar a nuestra salud.

Pero, ¿qué pasaría si dejásemos de convertirnos en directores de cine (y dejar a los profesionales que hagan su trabajo) para empezar a vivir en el momento presente?

792989Nuestro cerebro es capaz de procesar más de 400.000 millones de pensamientos al día y solo 200.000 son pensamientos conscientes, y de los cuales gran cantidad son grandes superproducciones que repetimos una y otra vez para poder superar el “mono”, pero muy alejados de la realidad y del momento presente. Ante esto, la buena noticia es que podemos romper esta adicción y cortar la repetición de programas que nos dañan, “solo” es cuestión de decidir qué queremos hacerlo y comenzar a enfocar nuestra mente en otra realidad, en el momento real donde estamos. La mala noticia es que dejaremos de ser grandes cineastas.

Existe una notable diferencia entre decir o pensar que sabes hacer algo y hacerlo realmente. Veamos esta diferencia con un ejemplo: en España hay mucha gente que sabe jugar al fútbol, pero solo sentados desde el sofá. Desde esta comodidad habrán jugado miles de partidos, pero dudo mucho que ninguno de ellos haya tocado un balón desde sus años mozos.

Esto nos pasa con muchas cosas, creemos que sabemos hacer algo porque pensamos en cómo se hacen las cosas, pero esto es muy diferente a ponerse a hacer las cosas.

972456No es lo mismo saberte la receta de la tortilla de patata, que ponerte a hacer una tortilla y notar que al pelar las cebollas te lloran los ojos, que al echar las patatas te puede saltar el aceite, o que en momento crítico de darle la vuelta a la tortilla se te puede caer al suelo. Todas estas son sensaciones que no se tienen cuando se piensa en la receta. Ahora bien, la cuestión es quién es el valiente que se mete en la cocina y hace la tortilla.

 

 

 

656114Hay quien dice “saber” hacer las cosas, pero en realidad lo que saben es el “cómo” se hacen las cosas. En realidad son dos tipos de saberes diferentes. No creo que los niños que se ponen a jugar al futbol en un campo perdido de África sepan ninguna teoría o técnica de futbol, y sin embargo pueden llegar a jugar perfectamente. En ocasiones un tipo de saber complementa al otro, y en ocasiones uno puede prevalecer sobre el otro.

Sin embargo, para mí, es en el hacer donde se encuentra el aprendizaje, no en el inmovilismo. En el hacer se encuentra la duda, el “error”, las posibilidades de mejora, el crecimiento… Es la teoría puesta en acción. Y no sirve de nada, o sirve de relativamente poco o para otras cosas, la experiencia de otros. Es tu propia experiencia la que te hará crecer.

¿Y qué ocurre si llevamos esto a otros ámbitos? Puede que sepas muchas cosas, que tengas mil ideas en tu cabeza, pero si nunca te metes en la cocina, nunca serás capaz de hacer una tortilla.

Hace poco nuestro querido Ministro de Educación anunció una reducción en las horas dedicadas a la educación artística en la escuela. No tengo ni idea de los razonamientos (porque espero que alguien haya pensado sobre ello y lo pueda argumentar), pero creo que es un gran error por diversos motivos.

En cuanto a la Música se refiere, España es uno de los países de Europa con menor cultura musical (y no voy a hablar de la danza o el teatro). Todavía recuerdo una anécdota al 1012835hilo de esto de mi etapa de estudiante. Era casi Navidad y en la universidad de Bath nos invitaron a los estudiantes a la Abadía a cantar villancicos. Allí había gente de muchos países, e incluso de distintas religiones, y nos dieron un cuadernillo de partituras para que todos pudiéramos cantar. ¿Adivináis quiénes eran los que no sabían quė hacer con aquello? Pues sí, allí estábamos los españoles mirándonos los unos a los otros y esperando a que apareciera alguien con una pandereta.

El hecho es que no es sólo cuestión de cultura o de desarrollo cognitivo o de fomento de la creatividad lo que se va a perder, si no que también se van a perder las llaves de la felicidad.

998656El disfrute de una obra de arte, sea cual sea, es fundamental en nuestra vida. Ser capaces de apreciar los matices de una melodía, o la sutileza de una pintura o la fuerza de un diálogo de teatro, permiten que nuestra vida se enriquezca y nosotros crezcamos como personas.

La música, la danza, el teatro o la pintura nos permiten expresarnos a través de otros lenguajes, comunicar nuestras emociones, sentirnos libres, soñar

Cuanto más conoces un arte, más capacidad tienes de valorarlo y disfrutarlo. ¿Y cómo se va apreciar algo que no se conoce? Por favor, que las mentes pensantes de este país nos devuelvan las llaves de las emociones  y de la felicidad.

¿Cuántas veces has pensado en hacer algo, pero luego no encuentras el momento o las fuerzas para ponerte a ello? Postergas y encuentras mil excusas para no hacerlo.

587578La cuestión es que muchas veces estas ideas nos las creemos a nivel intelectual, pero nuestro cuerpo no se ha enterado de nada. Somos capaces de dar vueltas y vueltas a lo mismo para no llegar a ninguna conclusión, o llegar a conclusiones con las que nos sentimos incómodos. Y ahí está el quid de la cuestión, se nos olvida tener en cuenta en nuestras decisiones qué es lo que sentimos.

Nuestro cuerpo tiene mucha más información de la que nos podemos imaginar. En nuestro cuerpo se encuentran almacenadas nuestras experiencias pasadas: miedos, alegrías, sorpresas,… y que de forma inconsciente nos ayudan o paralizan ante la acción.

¿Y qué ocurre cuando esos miedos inconscientes nos paralizan? Puede que ese mal-sentir nos esté alertando de algo real, pero también puede que sea una falsa alarma. ¿Y cómo saberlo? Escucha a tu cuerpo, reconoce lo que estás sintiendo, y dale su espacio, acéptalo. Y después a ponerse a la acción: bien sea para tomar otro camino o bien sea para enfrentarnos a ese miedo irracional. Mi entrenador de baloncesto siempre decía que las agujetas se quitan corriendo más, pues esto es algo parecido: el miedo se quita haciendo, mirándolo a la cara y valorando la realidad de este miedo.

IMG_0146Vivimos en una sociedad en la que nos dicen que todo es peligroso y puede tener unas consecuencias desastrosas, la sociedad del miedo: “no corras que te vas a caer”, “no digas eso por si te quedas sin trabajo, porque según están las cosas…”, “cuidado con votar a este o aquel porque a saber…”, “cuidado con lo que dibujas…” y así podría estar indefinidamente. Escuchas la radio o la televisión y presentan un mundo lleno de peligros y conflictos, cuando la realidad es mucho más bella que todo eso.

Y cuando las decisiones de nuestra vida son tomadas desde el miedo, sin integrar la realidad de lo que pensamos y sentimos, de nuestra propia realidad, no son verdaderas decisiones, porque no podemos hacernos plenamente responsables de sus consecuencias. Serán las decisiones de otros, no las nuestras.

Así que si quieres algo en tu vida, escucha a tus pensamientos que son el lenguaje del cerebro, y también a lo que sientes, tus sentimientos, que son el lenguaje del cuerpo, y haz que los dos vibren al unísono, y así no habrá nada ni nadie que te pueda detener.

No es raro que tengamos gente próxima a nosotros que está pasando por momentos difíciles, bien sea por enfermedades, falta de trabajo, duelos…¿qué hacer en estas ocasiones?

 Comenzaré por reflexionar sobre qué es lo que sentimos nosotros que tenemos o queremos hacer. Muchas veces nos sentimos descolocados ante el dolor 601123de los demás, porque el dolor de los demás nos incomoda. Nos gustaría que ese dolor desapareciera y con él también nuestro malestar. Sin embargo, esta postura sería poco respetuosa con el proceso de la otra persona. Así que el primer punto sería tomar consciencia sobre dónde surge esta necesidad de ayuda: tal vez sea una por razón social, tal vez resuene algo en nuestro interior, o quizá sea porque alguien nos ha dicho que es lo que hay que hacer. Sin embargo, esta necesidad de ayudar impide la ayuda, porque no es la otra persona, somos nosotros a los que prestamos atención.

Por otro lado, ¿qué es lo que busca la otra persona cuando pasa un mal momento? La mayor parte de las ocasiones lo que busca es sentirse acompañado.  No busca en nosotros soluciones, las verdaderas soluciones tienen que surgir, con ayuda o sin ella, de ellos mismos.

Y efectivamente acompañar es un arte, saber cuál es la justa medida del acompañamiento no es fácil.

147069En ocasiones solo hay que estar ahí para escuchar y dejar que la otra persona pueda compartir lo que siente creando un clima de confianza, y añadir alguna pregunta que amplíe su modo de ver el mundo (lo cual es también otro arte).

 Otras personas prefieren no hablar sobre lo que les está pasando, pero necesitan saber que no están solas. Y hay mil y una formas de hacérselo saber, porque además este tipo de personas suelen ser muy sensibles y captan perfectamente los detalles: una llamada, un mensaje, unas cañas… pueden ser más que suficientes.

 112825Y luego están los mendigos de soluciones: las víctimas. Esos que piensan que los demás tienen que solucionarles la vida y que el mundo gira alrededor de ellos. En estas ocasiones es muy tentador convertirse en el «solucionador». Esta actitud empodera mucho, y nos puede hacer sentir muy bien. Pero, ¿es esto lo que le va a ayudar a crecer a esa persona y a tomar las riendas de su vida? Pues ya te digo yo, por experiencia, que no. Por eso comenzaba, haciendo la reflexión sobre nuestra posición a la hora de ayudar. ¿Cuál es el foco, nosotros o el otro? Si nuestro foco es el otro, podremos ayudarle a crecer y encontrar su propio camino desde el respeto. Si el foco está en nosotros conseguiremos sentirnos bien, pero no ayudar realmente a la persona.

En cualquier caso, el acompañar siempre pasa por el encuentro de dos almas en un espacio y un tiempo, y desde ese punto el amor que surge siempre será sanador.