Hace poco escuchaba en la radio a José Antonio Madrigal, un reconocido broker español autor de libros como “Un monje en Wall Street”, que hablaba de la importancia de controlar el riesgo cuando se invierte en Bolsa y que teníamos que conocernos lo suficiente como para saber qué riesgo estamos dispuestos a asumir cuando invertimos para poder estar tranquilos independientemente de lo que sucediese en el mercado bursátil.

Y me pareció una reflexión muy interesante y que puede ser extrapolada a los distintos ámbitos de la vida.

Al igual que en la Bolsa todos queremos obtener el máximo beneficio de la vida, sea lo que sea esto para cada uno: prosperar en el trabajo, tener tiempo para salir a pasear al campo, hablar bien un idioma, adelgazar (ahora que va a a llegar el verano.)… ¿Pero cuánto estamos dispuestos a invertir para alcanzar nuestros propósitos?

almudenadeandres inversion - ¿En qué inviertes en tu vida? Invierte en tiempo de calidad.

Porque muchas veces lo que pasa es que nos relacionamos con la idea de lo que queremos, pero eso es muy diferente arremangarte y ponerte a hacer.

Hay un dicho español que dice que: “Quien quiera peces que se moje el culo”. Es decir que si quiere algo tienes que ponerte a hacer, y arriesgarte (como el que invierte en Bolsa), y asumir el riesgo que esto suponga.

En DBM hablamos de esto, desde el punto de vista de que muchas veces lo que hacemos en la vida es relacionarnos con las ideas de las cosas, más que con las cosas en sí mismas. Es decir, idealizamos la realidad, y la realidad suele ser muy diferente a lo que nosotros estamos montando en nuestra cabeza. Es importante hacer para descubrir esas diferencias y de ahí obtener una aprendizaje.

almudenadeandres inversion2 - ¿En qué inviertes en tu vida? Invierte en tiempo de calidad.Así que si quieres aprender un idioma no sirve solamente con pensar en lo maravilloso que tiene que ser ir por el mundo pudiendo comunicarte con la gente, hay que invertir tiempo en aprender. Y lo mismo con el adelgazar, con mejorar en el trabajo  o tener un relación. Hay que invertir en aquellos valores que nos proporcionan bienestar y hacen que nuestra vida sea significativa.

Y volviendo al tema del riesgo… ¿qué riesgo estás dispuesto a asumir? En nada existe riesgo cero. Desde que te levantas por la mañana estás expuesto a que te ocurran mil millones de cosas. Solo existe riesgo cero (hablando en términos de sufrir) cuando estás muerto, pero eso no lo tendré en cuenta porque ya no podremos hacer mucho…

La cuestión es que cuánto riesgo, y como decía antes, en términos de sufrimiento, podemos asumir. Cuando iniciamos una relación aparece también un riesgo de aquello se acabe y eso nos duela, pero seguramente, el beneficio de la relación compensará el riesgo… o no… Imaginemos que nos vamos un mes a trabajar al extranjero conocemos a alguien especial, y,  ¿qué hacemos? Asumimos el riesgo, el dolor, de que aquello se va acabar o bien arriesgamos, disfrutamos del beneficio y dejamos abierta la posibilidad de algo más pase. Pues cada, según su modelo del mundo, según su gestión del riesgo, según en aquello que quiera invertir en su vida, optará por una cosa o por otra: disfrutará de esos días o bien no invertirá en esa relación.

Como no todos somos iguales, cada uno de nosotros optará por una cosa o por otra. Ahora bien, y aquí hay una cuestión también importante, ¿sabemos calcular bien los riesgos? Una cuestión interesante…pero de eso hablaré otro día.

Y retomando a Madrigal, ¿te conoces lo suficiente como para saber en qué inviertes?

Mira cada día como una aportunidad en la vida. Una oportunidad para compartir tu experiencia con alguien más. Cada día es una oportunidad de crear milagros en la vida de los demás. (Jim Rohn).

La mayor parte de nosotros queremos vivir en el mundo de la certeza, donde todo está controlado. Nos da pánico la incertidumbre, el no saber qué será de nuestro futuro, qué será de una relación, que será de nuestros hijos, qué será de nuestro trabajo…

48345262 s - Vivir en la incertidumbreDe pequeñitos de alguna manera nos marcaron un camino de cómo vivir la vida: ir al cole, a la Universidad, conseguir un trabajo, casarse, tener hijos… Parecía el guión se tuviera que hacer realidad como en las películas de Walt Disney, y sin embargo con los años te das cuenta que la vida es mucho más loca que todo esto. Y esas certezas de lo que tendría que ser se van disipando.

Porque la verdad es que no hay nada más ilusorio que las certezas. Jugamos a ser adivinos porque eso nos proporciona una seguridad, pero es una falsa seguridad. Queremos creer que lo que es cierto hoy, seguirá siendo cierto siempre, porque nos interesa, no porque sea real. Y que al final los cuentos tienen un final feliz, que el príncipe se casa con las princesa y son felices para toda la vida.

En cierta manera esto nos es útil, porque nos ayuda a simplificar nuestra vida. Muchas de las tareas que realizamos a diario son el resultado de la repetición durante mucho tiempo, de manera que las automatizamos y sabemos (o creemos saber) que seguirán funcionando siempre así. Si tocamos el interruptor de la luz, la bombilla se encenderá…pero, ¿siempre? Porque llegará un día en que la bombilla se funda, y entonces tenemos que cambiarla. Así que esta habilidad de proyectar en el futuro nos es útil hasta pero solo hasta cierto punto.

Y al mismo tiempo esta forma de funcionar también nos puede causar algunos problemas. Porque si no nos va muy bien hoy y establecemos una continuidad entre lo que nos está pasando y lo que vendrá podemos caer en la desesperación. Y como decía antes, no es nada realista pensar que lo que hoy es cierto mañana lo será.

Y es que el mundo está en movimiento, todo cambia y nada es inmutable. Las bombillas se funden, los zapatos se gastan, los amigos se van, las parejas se rompen, la gente muere… ¿Y cómo hacer frente a esta incertidumbre? Hay quien busca en el control la salvación ante este no saber. Pero el control hace que dejemos de vivir y todos nuestros esfuerzos sean en vano, porque la vida seguirá su curso. Y es más, al despertar y ser conscientes de que no podemos tener el control de la vida, esto nos causará mucho dolor.

50156822 s - Vivir en la incertidumbre¿Y qué te parece si cambiamos las tornas? ¿Qué te parece si convertimos esta incertidumbre en algo divertido? ¿Qué te parece si dejamos de controlar y disfrutamos con lo que tenemos aquí y ahora? Eso sí que es real. Y al mismo tiempo que cambiamos la mirada, colocamos todo los elementos de nuestra vida para hacerla más agradable: cuidamos de nuestros amigos, disfrutamos con nuestra pareja, bailamos con nuestros zapatos…Y el día que los zapatos se rompan, ¿qué te parece si los miramos con cariño sabiendo que nos han proporcionado ratos estupendos? Y el día en que un amigo se aleje o rompamos con nuestra pareja, ¿qué tal si le damos las gracias por todo lo que hemos vivido con él o con ella?

Si convertimos la incertidumbre en una campo lleno de posibilidades maravillosas en vez de imaginarnos miles de opciones funestas, nuestra vida se llenará de vida, y se convertirá en una aventura donde cada instante estará lleno de oportunidades para aprender y disfrutar.

Porque cuando hablo de dejar de controlar, hablo de involucrarme más en la vida, hablo de vivirla con más intensidad disfrutando de lo que tenemos hoy y que no sabemos si lo tendremos mañana, hablo de comprometernos con los amigos, el trabajo, los hijos, la pareja… y vivir sabiendo que pase como pase tendremos una oportunidad de crecer.

Así que te invito a que veas la incertidumbre como una oportunidad de experimentar y conocerte a ti mismo. ¿Te atreves?

 

«Se mide la inteligencia del individuo por la cantidad de incertidumbres que es capaz de soportar.»

Immanuel Kant

¿Cuánta gente no está conectada a Facebook, Twitter o Instagram? Son rara avis los que se resisten a no pertenecer a alguna de estas redes sociales. Y sin embargo, cada día crece más el sentimiento de soledad, de estar desconectados del mundo y de nosotros mismos.

En la sociedad de la inmediatez, los amigos se hacen a golpe de clic. ¿Cuántos amigos tienes en tu Facebook? Pues yo más, solo es cuestión de un par de clics. Y la cuestión profunda de la relación se ha dejado a un lado. Requiere tiempo eso de sentarse frente a un amigo, con un café de por medio (o una cerveza, que también vale), y hablar de uno mismo, de cómo te sientes, de lo que te preocupa…o simplemente compartir un rato de risas. Requiere tiempo, un bien aparentemente escaso en esta sociedad en la que vamos corriendo a todos los sitios. Hay que hacer mil cosas importantes.

almudenadeandres redes sociales - Redes sociales, el espejismo de la conexión

Compartir con un amigo (o con tu pareja) requiere intimidad, eso que da tanto miedo y que muchas veces evitamos. Eso que, como un buen guiso, requiere tiempo. No es posible fraguar una amistad profunda a golpe de clic. Una amistad, de esas de verdad, necesita de momentos compartidos, de mirarse a lo ojos, de abrazos, de reír juntos, de llorar juntos… De mostrar la vulnerabilidad de cada uno y aceptar la grandeza de nuestras limitaciones y las limitaciones del otro; siempre con una mirada de Amor y comprensión. Y eso no se hace a golpe de clic.

En un mundo donde las “redes sociales” nos acompañan las veinticuatro horas del día, es en estos momentos donde la soledad más profunda impera en el corazón de la gente. Esperamos los “likes” en nuestras publicaciones como tabla de salvación frente a esa soledad, sin darnos cuenta de que eso es solo un espejismo y que cada clic nos hace estar más separados de nosotros mismos.

Cada uno de esos “likes” hace que nuestros niveles de dopamina, oxitocina… y demás hormonas se disparan. Sin embargo, cada uno de esos “likes”, no proporcionan experiencias significativas de conexión, y después del “subidón” volvemos al punto de partida; y de nuevo publicamos y volvemos a esperar “likes”. Y esto no es muy diferente al yonky que espera cada día su droga. Nos hemos convertidos en yonkis de los “Me gusta”.

Esto no quiere decir que estas redes sociales no aporten un valor. Las redes sociales nos permiten compartir gran cantidad de información, compartir nuestro trabajo, nuestras inquietudes,recuperar amistades perdidas o estar en contacto con gente que vive lejos. Pero esto no es a lo que me refiero cuando hablo de las redes sociales. Me refiero a que las hemos convertido en un sustituto, en un mal sustituto de las relaciones reales y que sirven de tapadera a un gran vacío existencial.

Esto nos está llevando a mantener relaciones superficiales, como las que podemos hacer a través de estas “redes sociales”, relaciones que no pueden llenar nuestra experiencia humana. Porque somos mucho más que un “Like”.

Hace un año, me robaron el móvil, y estuve cuatro días sin “conexión”; y fue toda una experiencia. Al principio, debo confesar que hasta lo pasé mal, pero al segundo día me sentía más ligera, con menos cosas en la cabeza…menos ruido. Y como decía antes, no es cuestión de demonizar a las redes sociales, más bien consiste en saber utilizarlas para lo que son y no como sustitutos de las personas. Que en mi cuenta tenga mil llamados “amigos”, no quiere decir que con todos ellos establezca una relación de amistad, si me creo esto, entonces empiezo a tener problemas…

¿Cuántos problemas de depresión y soledad se solucionarían si dejamos el móvil a un lado y buscamos encuentros reales con las personas? ¿Si la mitad del tiempo que invertimos en dar a “Likes” lo dedicamos a compartirlo con personas reales de carne y hueso?

Así que te invito a dedicarle más tiempo a las personas reales y construir a fuego lento relaciones significativas. Porque, sabes… hay vida más allá de las “redes sociales”.

Durante la adolescencia nos convertimos en individuos extremadamente gregarios. No podemos hacer nada sin la aprobación, explícita o no, del grupo. En caso contrario nos sentiremos desprotegidos, a la intemperie de la sociedad, y esto a cierto nivel es sinónimo de muerte.

almudenadeandres adolescente - El placer de encontrarse a uno mismo

Cuando nacemos somos individuos totalmente dependientes. A diferencia de otros mamíferos, nosotros no somos capaces de comenzar a andar hasta el año o año y medio. Si viviéramos en la selva, nuestra esperanza de vida sería de horas. Es por ello que necesitamos del otro, del grupo para sobrevivir.

Sin embargo, llegada la etapa adulta en la cual ya somos capaces de valernos (al menos físicamente) por nosotros mismos, nos damos cuenta de que necesitamos conocernos a nosotros mismos. Saber quiénes somos, qué nos gusta, qué no nos gusta,… Y todo esto es un proceso que durará hasta el día que nos muramos.

Y es, tal vez, en los momentos “malos”, en los que se abre una ventana para adentrarnos en lo más profundo de nuestro ser. Estoy casi segura que todos guardamos en nuestra historia vital recuerdos de situaciones y momentos que nos han supuesto un reto. Esas situaciones, por más que las podamos etiquetar como “malas”, se convierten en oportunidades para conocernos mejor. El dolor puede convertirse en la semilla de algo bello si somos capaces de aprender de esa circunstancia.

Ante la muerte y el dolor, encontramos el coraje para mirarnos al espejo y descubrir que somos mucho más fuertes de lo que creíamos.

Y también, cuando tenemos una pareja, es una buena oportunidad para conocernos, para descubrir cuáles son nuestros límites y trabajar para expandirlos, y crecer como personas. Las parejas están continuamente espejando lo que somos y mostrándonos los puntos donde es necesario que nos amemos más.

También están los hijos que, como digo yo muchas veces, son capaces de sacar a lo grande todo lo bueno y lo malo que somos: nuestros miedos, nuestra creatividad, nuestros límites… Son grandes maestros en cuerpecitos pequeños.

Y cuando llegas a estos momentos de madurez es un placer encontrarse con uno mismo. Darte cuenta que esos momentos, que en su día los vistes como un reto, ahora desde la distancia, te hicieron aprender que dentro de ti tienes muchos más recursos de los que podías imaginar. Y desde allí puedes volar más alto e iluminar a otros en su camino.

almudena de andres abrazo - El placer de encontrarse a uno mismoSi no fuera por estos momentos, nuestra vida se convertiría en un monótono suceder de los días. Sin novedades, sin retos, sin crecimiento… Y entonces comenzamos a morir poco a poco.

Y puede dar miedo encontrarnos con nosotros mismos, con nuestras luces y nuestras sombras, no vaya a ser que no seamos tan buenos como nos dijeron o no vaya a ser que descubramos que somos incluso mejores. Y ambas opciones dan miedo. ¿Porque qué haremos si descubrimos nuestro verdadero potencial? ¿Tendremos el valor para ponerlo en movimiento?

Tal vez, en ese descubrimiento, en ese momento de ponernos cara a cara frente al espejo, comencemos a amarnos y queremos, a confiar en nosotros, para después salir al mundo y brillar. ¿Te atreves?

Ni siquiera el mejor explorador del mundo hace viajes tan largos como aquel hombre que desciende a las profundidades de su corazón.

Julien Green

Uno de los mayores dones del hombre, por no decir el mayor, es el de poder crear, crear vida. Cada uno de nosotros tenemos el potencial de crear vida. Y más allá de eso, tenemos la capacidad de crear la vida que nosotros queremos tener.

Y gracias a esa capacidad, el hombre a lo largo de la historia ha ido evolucionando y mejorando su vida: creando casas más confortables y seguras, ordenadores más eficaces, cultivos más eficientes… Todo ello gracias a nuestra capacidad creativa.

almudenadeandres. Creatividad

Esta capacidad que tenemos todos cuando somos pequeños y que surge de forma natural puede ser alentada por los educadores y por padres, o bien puede ser mermada por los cánones establecidos.

Cuando somos pequeños todo es posible: podemos volar a Marte en un cohete, conducir coches con la mente o construir grandes palacios para nuestros padres. Nuestra imaginación no tiene límites.

Sin embargo, con el paso del tiempo, construimos barreras a nuestros sueños, asumiendo lo que puede y lo que no puede ser. Y poco a poco, nuestra esencia creativa se adormece, se anestesia, hasta que sucumbimos a la rutina y los órdenes establecidos. Nos convertimos en lo que Michael Endel llamaba en su libro Momo, los hombres grises del tiempo.

Y es tan triste esto. Si los hermanos Wright no hubieran creído en que era posible volar, no estaríamos hoy subidos en un avión. Si a un señor no se le hubiera ocurrido ponerle ruedas a una caja, no existirían los coches… Y sin embargo, cuántos de nosotros apagamos el interruptor de nuestros sueños.

Por suerte, guardamos en cada célula de nuestro cuerpo esa esencia, esa capacidad innata para soñar y hacer realidad nuestros sueños. Solo hay que llamar a la puerta de nuestra imaginación y permitirla volar.

10952151 s - Crear vida, crear nuestra vida. Desarrolla tu creatividadComo decía antes, el proceso creativo puede ser alentado y educado. Existen métodos para hacerlo, pero el primer paso para todo ello (y que veremos el taller de Creatividad que imparto) es suspender nuestros juicios y creencias, sobre lo que es posible y no lo es; para conectar con nuestra esencia creativa.

Después podemos hacer resonar en nuestro cuerpo aquello que queremos crear en nuestra vida: bien sea un proyecto material o bien un proyecto vital. Al fin y al cabo nuestro cuerpo es el vehículo a través del cual creamos y poniéndolo en movimiento seremos capaces también de poner en marcha nuestro proyecto, nuestra vida.

Si quieres volver a revivir tu esencia creativa y hacerla realidad, anímate y participa en nuestro próximo taller de Creatividad (consultar fechas). ¿Contamos contigo?